Y el otro día, volviendo
de dar una vuelta con dos amigos, me quedé pensando, llegué a casa y echando un
poco la cabeza atrás para que el techo estuviese más nítido me di cuenta de una
“pequeña” gran cosa que me venía rondando.
Uno de mis amigos
es Arquitecto y la otra es abogada, están viviendo juntos en un pequeño estudio
sin ascensor en el centro de Madrid por el que pagan una cantidad de 550€ y no
tienen luz natural que les ilumine a ambos sus ideas, esas ideas que ellos necesitan
para desarrollar sus trabajos.
Pasamos la tarde
hablando sobre lo que nos gustaría ganar, dónde nos gustaría vivir y cuando
escuché al Arquitecto decir “yo si me pagasen el sueldazo de 30000 euros brutos al año, vamos, estaría contento y
dando saltos de alegría. Así por fin podría hacer algo y empezar a vivir”…
Introdujo la palabra –sueldazo-
teniendo en cuenta que él es Arquitecto, que diseña casas para familias ricas
en Las Rozas y se pasa de 8 a 8 trabajando de lunes a viernes sin descanso.
Llamó “sueldazo” a lo que se quedaría en unos 2.100€ brutos al mes y en ese
momento no lo pensé demasiado, a mí, Licenciada, con Máster y con idiomas me
pareció también un sueldazo, una
cantidad inalcanzable para mí.
A lo que la
abogada, encargada de los casos más liosos de un buffete añadió “¡bueno eso
sería genial!, si los dos tuviésemos ese sueldazo,
podríamos incluso irnos a un alquiler en una urbanización con piscina y ¡plantearnos
tener hijos! Pero ese sueldo es demasiado”.
¿Ese sueldazo es realmente “demasiado”?
De pequeña mis
padres me dejaron escoger lo que quería estudiar, ellos me apoyarían en todo
aquello que quisiera hacer, pero siempre
me venía en mente la premisa de que había que estudiar para tener un mejor futuro,
para conseguir unas mejores condiciones, un mejor salario, una mejor casa, para
que mis hijos pudiesen estudiar… Ahora que soy mayor, estoy metida en el mundo
laboral y soy mileurista en Madrid, parece que tengo que dar las gracias a
Dios, al cielo y al mundo y besar los pies de quien me ha otorgado este empleo.
A lo largo de mi
vida he trabajado en todo tipo de cosas, he sido socorrista, he sido camarera,
he limpiado los baños de una discoteca en Inglaterra, he estado en startups, he
sido periodista, dependienta o ejecutiva de cuentas y el mejor sueldo que he
percibido fue vendiendo turrones en una famosa turronería de Madrid, trabajando
6 días a la semana y uno de los cuales era de 11 horas seguidas.
Y ahora,
recopilando todos estos rabillos de información que estoy soltando me pregunto,
¿dónde estamos llegando para pensar que el sueldo de un arquitecto, de una
abogada y de una licenciada en comunicación audiovisual debe ser de 1000 euros?
¿En qué momento nos decidimos a especializarnos en un Máster que, se suponía,
nos supondría un mayor conocimiento además de una mejor remuneración económica?
¿Por qué decidimos
estudiar pensando en que nuestro futuro vendría marcado con mejores condiciones
que otra persona que no tenía estudios?
No tengo
absolutamente nada en contra de las personas que decidieron no estudiar, yo
debí haber hecho lo mismo de hecho, pero si comencé una carrera fue porque antiguamente
era así, tu estudiabas y prácticamente salías con un trabajo digno que te
permitía comenzar a ahorrar y según ganabas experiencia, meterte en una
hipoteca al mismo tiempo que tenías hijos y te ibas de vacaciones a la playa en
verano.
Hoy en día a mis 26
años, a los 31 de mi amiga y a los 33 de mi amigo, ninguno nos planteamos el
poder comprarnos una casa jamás, tampoco pensamos en tener hijos, y ¡de tener
un chalet en la sierra ni hablamos! Llegamos justos a fin de mes después de
pagar el alquiler, gastos, comida y transporte, pudiendo permitirnos en “lujo”
de tomarnos una coca cola y cenar en algún sitio reservado por El Tenedor previamente.
Hacemos cálculos y pensamos en cómo llegar a fin de mes y si esta vez podremos
ahorrar 50€. Pagamos todo a plazos por si algún mes nos llega una multa,
tenemos que cambiar las ruedas del coche o se nos rompe el móvil y tenemos que
tirar de dinero extra que no tenemos.
Entonces es aquí
donde llega mi dilema, la clase media (se supone) está en las personas que
cobran de 1500 a 3000 euros netos mensuales. Nosotros tres estamos bastante por
debajo de esa media, entonces tengo que tragar saliva mientras sigo mirando al
techo y pensar que efectivamente una abogada, un arquitecto y una comunicadora
audiovisual somos clase baja, somos clase obrera.
Soñamos con un
sueldo que debería ser el nuestro, ¡es como soñar con tener un DNI! El problema
es que en todas las empresas las ofertas que proponen no superan los 30000
brutos al año y si lo hacen, solicitan 10 años de experiencia que obviamente
teniendo 26 años, no tengo. Aceptamos un trabajo mileurista dando palmas a la
vida como si nuestros estudios, experiencia, idiomas y manejo de ciertas
herramientas lo valiese. Tenemos un sueldo equitativo con los dependientes de
tiendas, algo superior al de los camareros y remotamente inferior al de los
comerciales inmobiliarios pero “nos conformamos” porque es lo máximo que
actualmente podemos pedir, ya que no merecemos nunca llegar a ese sueldazo que tanto anhelamos.
Y así están las
cosas, también difíciles para las empresas a las cuales se les ha encarecido
tener a los trabajadores, ellos tienen más gastos, nosotros ganamos menos para
poder sostener a la empresa y nuestra vocación y sueños se quedan en esa silla
en la que todos a final de mes echamos cuentas para ver dónde podemos ahorrar o
qué podemos hacer para que a final de mes no tengamos que tirar de ahorros (si
los tenemos), mientras tanto, nuestros títulos colgados de la pared relucientes
haciéndonos compañía todos los viernes y sábado noches que hemos decidido quedarnos
en casa para ver una película y ahorrar.
Tenían razón cuando
decían “estudia, que llegarás muy lejos”, porque finalmente terminaremos
saliendo del país si queremos poder vivir sin ataduras, ¡ojo! Que tampoco digo
derrochando por los cuatro costados, pero teniendo la posibilidad de vivir sin
estar haciendo cuentas constantemente, de mirar el monedero y poner cara de
pócker o sin pegarnos un susto de muerte cuando nos llega la hora de pagar el
seguro del coche.
Así que hoy vengo a
aclarar dos cosas:
Que un buen sueldo no son 1000 euros. Es un
sueldo de clase obrera.
Que un sueldazo no son 2100 euros. Es un sueldo
de clase media.
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