lunes, 22 de octubre de 2018

Vamos perdiendo comunicación y ganando likes

Resultado de imagen de la tristeza de los likes

Últimamente me doy cuenta de que pocas personas son capaces de decir lo que piensan, sienten o simplemente de "hablar con palabras". 

El otro día estaba con una amiga, que de muy buena fe estaba hablándome de sus vacaciones y de una boda que tuvo hace poco y me dí cuenta de la falta de palabras tan tremenda que hubo en esa conversación. Todas las frases empezaban por un "Tía fuimos a una playa súper bonita que tenía unas... espera, que te lo enseño", "Pues me puse un vestido de color verde pero no caqui sino... Espera que te lo enseño", "he conocido a un amigo de mi novio que en una foto suya de hace 10 años se parece mogollón a Miguel, espera, te lo enseño".

Total, que  me dio la sensación de que en lugar de estar hablando con mi amiga, estaba investigando sus fotografías en su móvil. Con la cantidad tan abundante de ricas palabras que tenemos en nuestro vocabulario, esa preciosa capacidad de gesticular con las manos, con el cuerpo o de hacer sonidos que tenemos, y ¡no usamos nada! Parece que si no haces una foto de algo, "no existe", "no lo has vivido", y lo mejor de todo es ¡que hay que enseñarla! Ya sea por redes sociales o a todas las personas que te rodean, porque sino, ¡no te has ido de vacaciones! ¡No te has puesto ese vestido de color verde que no era caqui del todo! 

Hoy en día no existen las citas de dos... Lo que la mayoría de la gente hace cuando va a comer o cenar, es poner (lo primero) el móvil en la mesa, entonces ya no estamos comiendo o cenando solo dos personas, somos dos personas y todas las personas que puedan escribir en ese momento al móvil que está en la mesa, ya que usualmente estas personas lo dejan con la pantalla hacia arriba para que cada vez que su móvil  le notifique algo, la pantalla se encienda y por tanto él o ella, lo lea. Da igual si los dos que estamos físicamente en la mesa estamos manteniendo una conversación interesante o entretenida, los ojos del dueño del móvil, como si estuvieran hipnotizados, van directos a la pantalla y queridos amigos, mientras lees, puedes oír, pero no escuchar. Queridos amigos, si estás en una cita de dos. Es de dos. Los audios, memes o whatsapp de otras personas, deberán esperar, cada cosa a su tiempo.

Tampoco existen conversaciones profundas, porque mientras estás hablando con alguien es muy normal que se saque el móvil, abra su aplicación preferida (Instagram, Facebook o cualquiera) y mientras hace como que te escucha, perdéis el contacto visual, tú miras a esa persona, esa persona a su pantalla y ahí se rompe la conexión... Y lo mejor es cuando te miran y sin tú haber dicho nada te comentan... "Sigue eh... Que te estoy escuchando". Ya bueno, pues yo me quedo en silencio, si quisiera a alguien que simplemente me escuche hablaría con mis peluches. Estamos juntos aquí y ahora y mis gestos acompañan a mi mirada al mismo tiempo que a mis palabras. No, no estoy agusto cuando mantengo una conversación al mismo tiempo que la otra persona está mirando fotografías, comentarios, regalando likes o viendo stories de otras personas que NO están con nosotros en ese momento. Parece exagerado dicho así, pero para mí es como si estás hablando con alguien y de repente sin decirte nada se saca una revista del bolso y se pone a leérsela... Esto parece como "más grave" pero no nos engañemos... Es exactamente lo mismo. Querer prestar atención a cosas ajenas a tu vida mientras tu vida está delante de tus ojos. ¿Estúpido, verdad?

Rara vez consigo encontrar a personas que vean películas en su totalidad, para ver una película lo único necesario es una pantalla y dos ojos. No se necesitan dos pantallas, no. Con esto me refiero a aquellos que están viendo una película o una serie y cogen el móvil para preguntarle a fulanito "Ey! Q tal te va tío?", o de nuevo se sacan el móvil para revisar eso tan interesante que otras personas están haciendo. Esto sinceramente a mí, me chirría por dentro y me invade de rabia. En las películas cada mínimo detalle, luces, sombras, sonidos o escenarios están medidos para dar sentido a la trama, para que le prestes atención y si te lo pierdes, no estás viendo una película, la tienes de fondo. ¿Tan difícil es de verdad desconectar del teléfono durante una hora y media? Pondré un ejemplo, quizá sea más claro... Es como aquel que va a al cine a ver una película y se saca un libro o llama a algún amigo para hablar y preguntar "Ey! Qué tal estas tío?" en medio de la sala. ¿Absurdo, no?

Volvemos al uso excesivo del móvil unido a lo que más me apasiona, LA COMUNICACIÓN. La cantidad de veces que una persona puede decir "te quiero" a través del whatsapp... Pero en persona ¿cuántos se dicen en realidad? Ni un 10%. Los sentimientos más profundos se dicen por escrito y con una letra que no ha salido de nuestras manos, a veces incluso por timidez se acortan diciendo un "tq", y un te quiero es mucho más grande que todo eso, un te quiero dice muchas más cosas de las que cualquier móvil podría expresar nunca. Vamos restando la importancia a los valores y las emociones, a los sentimientos, que se quedan plasmados en una pantalla a la que miramos mientras sonreímos cuando desearíamos estar al otro lado de esa pantalla, con la persona que nos lo dice y mirándonos a los ojos, pero no, porque eso, es mucho más difícil.

No somos capaces de expresar con palabras delante de otra persona lo que sentimos, no somos capaces de romper a llorar o a reír, no tenemos la valentía de preguntar algunas cosas o decir otras si no es porque tenemos una pantalla entre una persona y nosotros mismos. Nos limitamos a poner emoticonos o frases ya hechas por otros, incluso a mandar alguna fotografía o un texto y decir "así me siento", vale ¿así cómo? Tenemos nuestras propias palabras, nuestra propia manera de formularlas y lo más importante, nuestra propia visión de nosotros mismos. Entendemos que quedar con un amigo y contarle nuestras preocupaciones es "dar la chapa" pero estar todo el día hablando por whatsapp o subir fotografías con títulos que reflejen lo que sentimos es más normal, mucho más normal...

Hay días en los que llamo a mis amigas por teléfono para preguntarles cómo les va la semana, qué tal están... Y al principio contestaban con un "¿Marta? ¿Qué pasa?" Pues... Nada, no pasa nada, pero parece que llamar por teléfono para escuchar la voz de alguien es sinónimo de urgencia y catástrofe. Cuando estás conociendo a alguna persona y estáis empezando alguna relación, el whatsapp está ardiendo las 24 horas del día, pero "nono... Yo no le llamo que me da vergüenza". Cuando precisamente sea su voz una de las cualidades que más te gusten de esa persona, cuando las mariposas que revolotean en tu estómago serían aún más grandes si lo que se dice, se dice desde el corazón, con un tono y unas pausas verbales únicas.

Cuando te gusta alguien, en vez de quedar con esa persona y comentarle "oye, tengo que decirte que me estás empezando a gustar y que quizá sienta algo más", las personas lo hacen a través de "likes" por redes sociales, "tendrá que darse cuenta de que me mola porque le doy likes y le comento fotos". Eso lo he escuchado no una, ni dos, sino más de 10 veces por lo menos en mi entorno. Otras veces he oído "voy a subir esta fotografía para que la vea X a ver si le da a like". A lo que yo me pregunto... ¿Por qué si tanto interés tienes no se la envías directamente a él? Es más... ¿Por qué no quedáis a ver si ese conjunto que llevas le parece que te queda bien y se lo preguntas".  Hacemos cosas que a veces se escapan fuera de mi alcance. Quizá fuera del alcance de todos, pero no nos hemos parado a pensarlo porque no tenemos tiempo entre tantísimas aplicaciones y publicaciones que tenemos que revisar a diario.

Personalmente, me encanta meter el móvil en mi bolso y no mirarlo durante horas cuando estoy con mis amigas, nunca pongo el móvil sobre la mesa cuando voy a comer o a cenar, adoro dejarlo en silencio por las noches, levantarme, ducharme, hacerme el desayuno y una vez que mi mente ha despertado, mirarlo sin que el móvil sea mi prioridad. Me gusta mucho la sensación de salir de casa sin móvil, de ir por la calle pendiente de lo que sucede o de mis propios pensamientos, cuando estoy en el gimnasio y hago ejercicio dándome un tiempo que nadie más puede interrumpir. Esos pequeños períodos de tiempo en los que absolutamente nada ni nadie te puede distraer, te toca estar contigo, y ojo... No es fácil, porque no todos tenemos esa capacidad de estar tranquilos con nosotros mismos, pero es la más maravillosa que a veces he experimentado. 

Recuerdo los paseos en ayunas de los domingos en los que nunca me llevaba el móvil, salíamos a andar y mi novio guardaba su móvil en el bolsillo. Andábamos durante una hora y hablábamos de muchas más cosas que en otras ocasiones en las que hemos estado sentados en una mesa.
Recuerdo una noche en la que yo me quedé sin batería y una amiga perdió el móvil, fue una de las mejores noches que he pasado en mi vida. No tenemos fotografías, ni vídeos y habíamos perdido al grupo con el que íbamos, nos perdimos por Madrid, acabando en una tienda de libros que extrañamente estaba abierta a las 4 y media de la mañana y comprando un libro de Winnie The Pooh.
Recuerdo estar esperando al autobús y mientras todo el mundo miraba el móvil yo conocí a una anciana encantadora que me contó una pequeña historia "de un libro que leyó un día" decía, y todos los días cogía ese mismo autobús para coincidir con ella y me contase historias, mientras, el resto de pasajeros miraba sus móviles.

Ahora parecemos móviles andantes que están pegados a humanos, no veo nada tan triste como la estampa de sentarme en una mesa rodeada de amigas y ver cómo todas miran sus móviles, sin intercambiar palabras entre ellas, antiguamente la mejor red social era una mesa rodeada de los tuyos, ahora hay que añadir a esta frase "sin teléfonos móviles por favor". No hay cosa más triste que encontrarte en el lugar más bonito del mundo, en un paraje maravilloso y ver cómo alguien pudiendo verlo en directo lo hace a través de una pantalla, nada tan triste como tener la posibilidad de decirle algo realmente bonito a alguien y tener que esperar a que os despidáis y que cada uno esté en su casa para poder escribirlo. Nada más triste que perder la capacidad de vivir el aquí y el ahora. Nada más triste que condicionar tu ánimo a si X te ha contestado, te ha dado like o te ha bloqueado en una red social. Nada más triste que depender de la tecnología ... Nada más triste que perder nuestra comunicación. Nada más triste que sustituir los "te quiero" por los "likes".

No hay comentarios:

Publicar un comentario